PHINEAS GAGE Y EL CEREBRO MISTERIOSO

Phineas Gage era un obrero del ferrocarril que en 1848 vió cómo una barra de hierro de seis kilos de peso, un metro de longitud y 3 centímetros de diámetro entró por su mejilla izquierda y salió por su cogote proyectándose a más de 30 metros de distancia como consecuencia de una detonación de la pólvora que estaba colocando al prenderse con una chispa accidental. Phineas era un tipo cabal, esforzado en su trabajo, listo y de buen trato… hasta ese momento. Lo primero que sorprende de esta fantástica historia es que no solo sobrevivió (incluso hay testigos que dicen que a los pocos minutos hablaba) sino que ningún aspecto físico de su persona se vio afectado. Podía hablar, caminar y hacer todo lo que una persona sin esa lesión puede hacer físicamente.
El accidente afectó el lóbulo prefrontal de su cerebro, es más, se puede decir que la barra de hierro le saltó la tapa de los sesos, en concreto, los sesos del lóbulo prefrontal. Sin embargo, si bien sus características físicas no se vieron afectadas, el caso clínico de Phineas Gage se convirtió en uno de los primeros estudiados por la neurociencia ya que según relatan desde los informes médicos hasta los allegados de Phineas, su carácter cambió radicalmente. Se convirtió en una persona tosca, vulgar, ruda, poco educada, sin juicio ético ni moral, irreverente, procaz, blasfemo y completamente diferente a como era antes del accidente.
Tras el accidente nunca pudo conservar un trabajo por demasiado tiempo por las agresiones y discusiones que tenía constantemente con sus compañeros de trabajo y terminó en un circo mostrando al mundo su lesión y la barra de hierro que le atravesó el cráneo con orificio de entrada y salida. De hecho, tanto su cráneo como la barra de hierro se conservan en la actualidad en el Museo de Medicina Warren de la Universidad de Harvard (Boston).
Phineas nunca lo supo pero, pasó a los anales de la medicina como un caso que ha sido reiteradamente estudiado por distintos neurocientíficos. Antonio Damasio y su mujer Hannah Damasio fueron de los primeros en abordar el estudio del caso científicamente. El primero como aval para sus estudios en los que pretendía demostrar que en el lóbulo prefrontal radican gran parte de los rasgos de personalidad y la toma de decisiones éticas y morales. La segunda exhumando su cadáver más de cien años después para recrear infográficamente la lesión exacta que tuvo con el fin de acotar al máximo la zona que resultó afectada. 



Si bien en los albores de los tiempos científicos se pensaba que el cerebro es una masa única responsable en su conjunto de los pensamientos y conductas humanos, hoy parece claro, por las modernas técnicas de neuroimagen, que hay una deslocalizacíon evidente en función de la función, valga la redundancia. Además de la toma de decisiones, la planificación del futuro y el autocontrol emocional también parecen radical ahí.
Una lesión cerebral puede hacer que un bilingüe olvide uno de los idiomas o que empiece a hablar con acento alemán. También es posible que lesionándose determinadas zonas cerebrales alguien sea incapaz de asociar  un nombre a un objeto, conociendo ambos, o autoconvencerse de no estar ciego (estándolo) y andar tropezándose con los obstáculos y describiendo con detalle objetos que no puede ver.
Le propongo un ejercicio. Dos personas están en un puente viendo cómo un grupo de cinco obreros están haciendo obras en una carretera mientras otro obrero a distancia corta el tráfico con una señal. De repente el obrero que corta el tráfico pierde el conocimiento y un camión a toda velocidad se dispone a arrollar a los cinco obreros que siguen trabajando con la mirada clavada en el asfalto y los cascos insonorizados ajenos a la situación. Ante ese estado de cosas, uno de los del puente lanza al otro sobre la carretera para que sea atropellado por el camión de manera que evita que arrolle a los cinco obreros. ¿Es esto correcto? Unos dirán que es injusto sacrificar a un inocente para salvar la vida de cinco personas y otros que no lo es. Este tipo de decisiones son las que parecen verse afectadas cuando hay una lesión en el lóbulo prefrontal. Los dilemas éticos desaparecen.  Sin embargo, que se sepa, quienes ordenaron el ataque de Hiroshima o quienes toman decisiones para revertir la actual situación económica mundial no tenían/tienen el lóbulo prefrontal trepanado… ¿o si?.



Phineas Gage: Historia por raulespert